El bolo palma se enfrenta a la amenaza de su desaparición
Hay que remontarse al año 1627 para encontrar la primera referencia al bolo palma en Cantabria. El Ayuntamiento de Santander, bajo el mandato de Santos Villegas, prohibió la práctica de este juego en la vía pública, publicando en un bando municipal que «ninguna persona sea osada de jugar a los bolos en ninguna calle de la villa». De lo contrario, se aplicaría sobre ese individuo una multa de 200 maravedíes. Desde entonces, el bolo palma se ha erigido como uno de los deportes icónicos de la comunidad, siendo declarado en 2015 como Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial. Sin embargo, esta disciplina atraviesa actualmente uno de los momentos más críticos de su existencia.
De las 410 boleras de las que se han registrado en la Federación Cántabra de Bolos, una cuarta parte están inoperativas. En concreto, 74 están catalogadas como recuperables, 18 como abandonadas, y once como desaparecidas. Uno de los lugares donde destaca la dejadez de estas es Valdáliga, ya que únicamente se encuentran en uso cinco de las once boleras que se han construido en el municipio.
Cabe mencionar que aquí nació un 11 de marzo de 1950 el jugador más laureado de la historia del bolo palma, Emilio Antonio ‘Tete’ Rodríguez. El de Treceño logró hacerse con siete campeonatos del Mundo y 26 campeonatos de España. Precisamente, una de las boleras que se encuentran en desuso, ubicada en la localidad de Labarces, lleva su nombre. Construida en el año 2008 y con una placa conmemorativa en honor del jugador, ahora se encuentra semicubierta de maleza. Apenas a unos metros, la bolera de Gil de Reboleño también se encuentra sin actividad ninguna.
Boleras de Tete Rodríguez (arriba) y Gil de Reboleño (abajo), ambas en Labarces. ALEJANDRO DÍEZ
A unos cinco kilómetros de la localidad de Labarces, en Roiz, se halla la Peña Bolística Zurdo de Bielva-Calixto García, ganadora del Campeonato de Liga de 1971 con el récord histórico de puntuación. Su gerente, Rafael ‘Faelo’ García, ha dirigido la escuela de bolos infantil en los últimos años. Sin embargo, ante la falta de niños y adolescentes que practiquen este deporte, ha tenido que cerrarla.
La escuela fue fundada en los primeros años de la década de los 90, gracias a la labor de su padre, Calixto García, y de Fernando de la Torre. Según Rafael García, la escuela tuvo alrededor de unos cuarenta alumnos durante varios años consecutivos, pero paulatinamente esa cifra se ha visto reducida. El propio gerente de la peña afirma que esta pérdida se debe al éxodo rural y que a día de hoy «en Roiz hay tres críos». Algo que, en palabras de García, se ha extendido a la mayoría de zonas rurales de Cantabria.
Antes de la llegada de la COVID-19, García llevaba su escuela al Colegio de Educación Infantil y Primaria Valdáliga (Treceño) una vez a la semana, intentando inculcar el deporte a las nuevas generaciones. Sin embargo, a raíz de la pandemia, cambió la jornada, con lo que ya no le era posible. Tras este suceso, tuvo que poner fin a la escuela, ya que únicamente recibió la llamada de «una chica de Lamadrid y un crío de aquí». A su vez, declara que es precisamente en los colegios donde se puede hacer una mejor labor de difusión del bolo palma.
«En la hora de gimnasia, hay que hacer una planificación de escuela de bolos dentro del colegio, no hay otra alternativa»
RAFAEL GARCÍA
Por otro lado, García considera que si se quiere mantener la cultura bolística en Cantabria, se debería recibir ayudas económicas por parte de las instituciones. «Por ejemplo, en el País Vasco la pelota vasca está muy subvencionada», declara. Desde el año 2001, la Federación Cántabra de Bolos cuenta con la ayuda de la Consejería de Educación en el programa ‘Madera de Ser’, donde se recibe a varios centros educativos de Primaria y Secundaria. Una labor que, según García, permite conocerlo, pero no «seguir con el juego de los bolos».
Las escuelas cuentan con una financiación por parte de la Federación Cántabra de Bolos, que subvenciona el 50% de los gastos destinados a la gratificación del monitor, gastos en material y desplazamientos. En los últimos años, el número de alumnos pasó de los más de mil a los 770 registrados en 2015, último dato disponible en la página de la propia institución. Del mismo modo, el número de escuelas se redujo de los 50 a los 38.
La voz de la experiencia
Adolfo Gutiérrez, a sus 84 años, ha visto prácticamente toda la evolución del bolo palma desde que se constituyese la Federación Cántabra de Bolos en 1941. Gutiérrez, bicampeón de España en la categoría de Veteranos, comenzó a competir a principios de la década de los 50, donde las boleras estaban «hasta arriba». Declara que incluso en sus primeros años como veterano, justo en la entrada del actual milenio, había aún bastante afluencia en las gradas.
Gutiérrez dedica varios días a la semana al entrenamiento en la bolera Mateo Grijuela de Santander. Indica que pese a ser la bolera con mayor actividad actualmente, «a un partido bueno igual van como mucho cien personas». A su vez, destaca que en la bolera de El Verdoso (sede de la P.B. La Carmencita), «había mucha gente, pero todos se han ido muriendo». Por último, Gutiérrez hace hincapié en el declive que está sufriendo la tercera categoría. A principios de este siglo, contaba con doce grupos de doce equipos cada uno. A día de hoy, sólo cuenta con cuatro grupos divididos en diez equipos.
«Si no voy yo o si no va alguien como un hijo, sobrino, amigo… Al final no va nadie»
ADOLFO GUTIÉRREZ
Boleras particulares
Dentro del registro de la Federación Cántabra de Bolos, se recogen varias boleras de propiedad particular, que al cumplir con las medidas reglamentarias, vienen incluidas en el listado. Una de ellas es la de Tinto Pérez, ubicada en la localidad de Helguera. Tras su fallecimiento, su hija, Rosario Pérez, no dispone del tiempo necesario para hacerse cargo de ella. «La estuve cuidando durante un tiempo pero llegó un momento en el que no podía», declara.
En esta bolera, construida hace unos cuarenta años, Tinto Pérez disputaba torneos todos los fines de semana con amigos, familiares y locales de Helguera. Su hija comenta que en mitad de semana también disputaban varias partidas. Además, estos torneos contaban con sus propios trofeos y ceremonias de premiación.
Estado actual de la bolera de Tinto Pérez (Helguera). ALEJANDRO DÍEZ
Otro caso destacable es el del Palacio de los Vélez de las Cuevas, ubicado en la anteriormente mencionada Roiz y declarado Bien de Interés Cultural en el año 1985. Esta propiedad construida a finales del siglo XVII fue residencia del marquesado de Las Cuevas durante varias generaciones. En su interior, se ubica una bolera que acogió multitud de torneos sociales entre la gente originaria del pueblo. Después de estar varios años a la venta, ha sido recientemente comprada, como indicaba hace unos meses a este medio el alcalde de Valdáliga, Lorenzo González.
Bolera del Palacio de Vélez de las Cuevas (Roiz). ALEJANDRO DÍEZ
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